jueves, 6 de agosto de 2009

A esta hora exactamente*.


A esta hora exactamente, hay un niño en la calle….
Es honra de los hombres proteger lo que crece, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, evitar que naufrague su corazón de barco, su increíble aventura de pan y chocolate, poniéndole una estrella en el sitio del hambre. De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo, ensayar en la tierra la alegría y el canto, porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Todo lo toxico de mi país a mi me entra por la nariz, lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco. Robo billeteras, pero soy buena gente, soy una sonrisa sin dientes. Lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobró de la guerra, un estomago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío, el mejor guía turístico del arrabal por tres pesos te paseo por la capital. No necesito visa pa' volar por el redondel, porque yo juego con aviones de papel. Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino.
No debe andar el mundo con el amor descalzo, enarbolando un diario como un ala en la mano. Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa, golpeándonos el pecho con un ala cansada. No debe andar la vida, recién nacida, a precio, la niñez arriesgada a una estrecha ganancia, porque entonces las manos son inútiles fardos y el corazón, apenas, una mala palabra.
Cuando cae la noche duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto, por si los tigres me escupen un balazo. Mi vida es como un circo pero sin payaso. Voy caminando por la zanja haciendo malabares con 5 naranjas, pidiendo plata a todos los que pueda, en una bicicleta en una sola rueda. Soy oxigeno para este continente, soy lo que descuidó el presidente, no te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa con las tetillas al viento. Yo soy un elemento más del paisaje, los residuos de la calle son mi camuflaje, como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira.
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle, que hay millones de niños que viven en la calle y multitud de niños que crecen en la calle. Yo los veo apretando su corazón pequeño, mirándonos a todos con fábula en los ojos. Un relámpago trunco les cruza la mirada, porque nadie protege esa vida que crece y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.
Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calle...


*Calle 13 y Mercedes Sosa - Canción para un niño en la calle

lunes, 3 de agosto de 2009

Detesto, o detesto a, o detesto que:


*Los metrosexuales (generalmente son grasas).
*John Travolta (no sé bien por qué, pero me produce ira).
*Los fanáticos de star wars, que se creen que son el jedi de río cuarto (tienen que considerar una terapia).
*Que la persona que te gusta, te diga "somos amigos, no?" (con qué necesidad?!)
*La navidad y las fiestas, máximos exponentes de la hipocresía familiar (tampoco me gustan mucho las fiestas patrias, salvo porque dan feriados).
*Los gimnasios y la gente que dice "me voy al gym" (aún así, he decidido empezar el gimnasio, tengo que canalizar la ira por algún lado... y qué mejor viaje psicoanalítico, que yendo hacia el uno de los epicentros de ella??).
*La música hardcore (¿quién puede ser feliz escuchando todo ese griterío?)
*La gente que busca la felicidad en todas partes (con esto me refiero a la felicidad material, la otra llega sola).
*La gente que todo el tiempo está hablando de cuánto: leyó, viajó, probó, hizo, comió, vivió, chupó, garchó, etc (se puede hacer todo eso y ser considerablemente más humilde).
*Los amores a primera vista (me hubieses avisado antes...)
*La gente que hace astrología, feng shui, tai chi chuan, rei ki, kurasawa y el pequeño pene del mono japonés (este es definitivamente un odio infundado).
*Los vegetarianos (si la carne te da asco... te entiendo, pero los vegetarianos ideológicos me producen urticaria).
*Alejndro Marley (representa el típico estereotipo de persona gay detestable).
*El sushi y todos sus derivados orientales (me estoy empezando a reconciliar con el lejano oriente, gracias al cine y a algunos escritores)
*Los fanáticos, de lo que sean (y con esto entro en terrible contradicción).
*La gente que se la pasa hablando de la moral y de los derechos humanos. Para después ir y cagarse en todo (hay tantos y tantas...).
*Los personajes que se compraron Eco-Sports (y los odio porque no es una camioneta 4x4, solamente lo simula... es el colmo de la berretada).
*La gente que habla por nextel (o mejor dicho, la que usa el tono de nextel alto, para que todos y todas nos enteremos que están hablando por handy).
*Se tiren pedos en el micro (sé que es inevitable a veces, pero detesto fumarme el olor).
*Bob Esponja (otro odio infundado).
*Estar apretado como un matambre en un boliche (para eso no pagué la entrada)
*Los caniches y demás perros, chiquitos e histéricos (lo mismo va para sus dueños)
*Lxs gerontes que se cruzan en el camino, cuando uno llega tarde a la facultad.
*Lxs niñxs, hasta los quince, no lxs tolero (y creo que tampoco lxs tolero después de los 15... pero eso todavía no lo decido).
*Los/as pendeviejos/as (a ver si vamos aceptando que pasamos los treinta hace rato...).
*Marcelo Tinelli (a este lo detesto de verdad).
*La gente que no entiende que tiene que cuidar lo que dice (regla básica de convivencia y civismo).
*etc.
*etc.
*etc.

domingo, 2 de agosto de 2009

Derrotar a la bestia.

Estoy muy orgulloso de mi mismo.
Ayer, aparentemente, logré derrotar a la bestia.
Hacía ya casi dos años que me perseguía, que me acorralaba y me hastiaba, pero c'est fini. Hoy vuelvo a respirar en paz.
Fueron muchas las cosas que pasamos juntos, porque hace casi dos años que tenemos una convivencia casi permanente. Hasta me atrevería a decir que por momentos vivimos cosas lindas. Las bestias no siempre son personajes oscuros y crueles, pueden disfrazarse y adquirir la imágen que uno quiere que tengan... pero tarde o temprano muestran su verdad y comienzan a herir.
Mi bestia tuvo muchas idas y vueltas, aunque debo aceptar que muchas de ellas fueron solo en mi cabeza. Cuando pasó su hora, es decir cuando se cansó de ser amable y pertinente, todo se dio vuelta y empezamos a vivir la pesadilla.
A la hora de dormir, aparecía en mis sueños y se reía, me miraba fijo a la cara y se reía. Creo que no es miedo lo que me causaba la bestia, sino una terrible angustia que me crecía desde el fondo del pecho y me estremecía cada uno de los músculos, entumeciéndome hasta el último surco del cerebro.
Pero al parecer ayer todo terminó, y fue un final pacífico. En el que se podría decir que ella y yo decidimos terminar todo de común acuerdo.
Seguramente la vuelva a ver, una y otra vez. Pero esta vez yo voy a ser quien tenga el chaleco anti balas puesto. Y ni ella ni yo vamos a terminar heridos, porque sabemos que todo habrá quedado en los anecdotarios y las bitácoras de nuestra memoria.

jueves, 30 de julio de 2009

Memoires.


Nunca pude escribir diarios íntimos. Lo he intentado más de una vez, sobre todo después de fumarme, varias veces, cada una de las entregas de Bridget Jones.

Es algo dificil, no sé hacerlo. Y eso que quiero darmelas de escritor, y cualquier escritor tiene su diario íntimo, bueno, no diario íntimo con candadito y hojas rosas y perfumadas, pero al menos tiene sus memorias para que al momento de la muerte, su familia (o su viuda, que no va a ser mi caso), las encuentre, las publique y pueda vivir de las regalías que esto le trajo.

Nunca pude describir mis relaciones amorosas -o sentimentales, para ser más realista-, nunca pude ponerme contento porque X me había mirado en el boliche y luego correr a mi casa, desenfundar el librito de tapa dura y volcarlo en sus páginas. Siempre sentí que mi vida no era interesante para nadie más que para mí, o al menos si no le ponía un poco de literatura.

Seguir las crónicas de alguien es una empresa dificil, para empezar considero que si estás siguiendo la vida de alguien día a día, página a página, significa -de mínima- que estás viviendo una obsesión por esa persona (se me viene a la cabeza la canción del grupo aventura, bastante grasa y muy de moda en el año 2000). Suponiendo que no tenés una obsesión por la persona a la que perseguís como un psicópata, nos quedan otras opciones: a) que efectivamente seas un psicópata, con lo que te recomendaría que más que seguir leyendo el diariecito, te vayas a hacer tratar; b) que no tengas absolutamente nada mejor que hacer, a lo que recomiendo que te busques una carrera en la universidad o un trabajo, si ya tenés ambos... volvemos sobre la idea de que te hagas tratar.

De cualquier modo, siempre me parecieron interesantes las memorias o los diarios íntimos. No porque yo sea un psicópata, que creo no lo soy (podemos discutir un largo rato sobre mis fobias u obsesiones, pero psicosis no). Siempre me llamó la atención que haya gente que necesite poner en papel -o en formato digital, vos elegís- lo que le pasa todos los días y además, como soy una persona muy fantasma, siempre me imaginé que la acción de escribir un diario íntimo debe ser todo un ritual. Las memorias de tipos como San Agustín, o Rousseau, me imagino que fueron escritas en alguna abadía, ubicada en un acantilado nórdico, con tormenta y lluvia*1. Las memorias de figuras más contemporáneas me imagino que fueron escritas a la noche, con candelabros, porque no sé por qué carajos estaba cortada la luz. Y de la gente que no le importa a nadie, como es nuestro caso (los escritores de pacotilla), me imagino que minimamente se abrieron un buen tinto y pusieron un disco de turno que representara lo que habían vivido en ese momento.

Y yo que nunca pude escribir nada sobre todo lo que me ha pasado. Bueno, tampoco es que me pasó tanto, pero tengo anécdotas graciosas o interesantes y día a día escucho cosas sobre las que me gustaría escribir, pero al no tener memoria, me olvido.

En fin, memoria, memorias, creo que siempre es bueno tenerlas -aunque ningún psicópata venga a leertelas-*2.


*1: No sé por qué me imagino que Rousseau escribió en un acantilado nórdico, pero me lo imagino.

*2: También es bueno tener memoria y memoria ram en la computadora, porque ciertamente agilizan las operaciones.

sábado, 25 de julio de 2009

Una noche en el Lago Traful.


Hay varios temas por los que debería empezar una terapia. Por decir algunos: mi relación con mi vieja; el ausentismo que sentí por parte de mi viejo cuando era chico; mi sexualidad; mi imposibilidad de manter relaciones por más de dos meses; bueno... y varios más.

Después podría decir que hay varias cuestiones puntuales que son las que hacen a una terapia, es decir, los temas diarios -o no tan diarios- que ocupan el conciente y el inconciente del común de los humanos.

Esas relaciones diarias, encontronazos, peleas y amistades, noviazgos... esas cosas. Es decir, cuestiones que no son vectores de una terapia, sino que le permiten al terapeuta de turno, seguir cobrando.

En ese marco se encuentra mi pelea con dos amigos en el sur. Una pelea insignificante con amigos, que a decir verdad, también resultaron bastante insignificantes. Pero una pelea, claro, que todavía no me saco de la cabeza.

Imaginate que vos estás decidido a irte de viaje, tranquilo, un viaje onda experimental a Bolivia -por ponerle un lugar físico real-. Decidís irte solo de viaje, te vas a ir tranquilo a disfrutar y conocer. Pero tus amigos te hinchan las bolas, con que te vayas con ellos a la patagonia -detalle, ellos dos son pareja y vos sos el soltero-.

Cuestión que ahí partimos, en enero, hacia las montañas de los siete lagos. Ellos de luna de miel, yo de justificación para sus respectivos padres: "Nos vamos de viaje con dos amigos, Nacho y A.", dijo L. en su casa; "Nos vamos con dos amigos de la facu, L. y Nacho", dijo A. en su casa.

No sé si fuiste a hacer los Siete Lagos alguna vez, es un viaje re típico para el mochilero promedio, que sale con todas sus hormonas revolucionadas y la esperanza de tener sexo en las montañas del sur.

Yo también salí con ganas de tener sexo en la montaña, pero bueno claro es un poco más dificil, porque el promedio de edad son 18 y a esa edad la mayoría de los muchachines todavía intentan tener sexo con muchachitas. Pero no va al caso.

Como decía, si fuiste a los Siete Lagos, sabrás que son todos iguales. El Espejo, el Espejito, el Traful, el Juanito Lago... todos iguales, lagos. Y claro, yo me pregunto ahora, porque cuando decidimos ir, yo ya me había olvidado como era el circuito (aclaración: fui seis veces al sur, una vez sola hasta esta última, había hecho los siete lagos), me pregunto por qué carajo ir a pasar veinticinco días con pocas probabilidades de bañarme con agua caliente, sabiendo que voy a comer preferentemente fideos y que voy a tener dificultades para cagar. ¿A quién se le ocurre?

Y allí salimos, la pareja y el amigo, para encontrarnos con otro "amigo" allá en Bariloche y arrancar el recorrido juntos. Yo había conocido a la pareja en cuestión un año antes, cuando todavía no eran pareja y me creía que eramos los mejores amigos. Pero no, ellos no me conocían tanto y yo no los conocía tanto a ellos, porque cuando C. -el que se sumó en Bariloche- siguió su ruta, en San Martín de los Andes, comenzaron los problemas.

Lo voy a poner en pocas palabras, noche doce durmiendo en carpa, una de ellas con nevada incluida en verano. Nueve de las doce cenas habían sido fideos. A la noche matábamos el frío con vino tinto, que para esa época no me gustaba. Venía de cortar con mi ex y en el medio del viaje me llama el incoherente que me había tenido todo el año en vela. Estaba peleado con mi vieja, y me arreglé el primer día cuando nos cruzamos en Bariloche -en casa de mi tía que vive allá-.

¿Cómo pretenden que el setenta y cinco por ciento de mis comentarios no sean irónicos? ¿Quién puede soportar tanto martirio en vacaciones? Y nadie observó además, que para esa altura yo me había quedado solo con los tortolitos... que claro, querían tener sexo en la montaña pero, oh problema, tenían que dormir con el pesado que habían invitado para justificar su viaje con sus padres.

Y bueno muchachos, no es mi culpa, yo me quería ir a Bolivia.

No voy a dar los detalles de la pelea, porque esto se extendería demasiado, pero lo cierto es que decidieron dejar de hablarme y lo sostuvieron durante mis últimos dos días en San Martín, hasta la fecha. Y yo preguntándome qué hice.

Sigo preguntándome qué fue exactamente lo que hice, y sé que necesito terapia, pero por muchas cosas, no por ser sincero.

viernes, 24 de julio de 2009

'Ex' & the city*


Detesto la cuestión de los patrones, no de los patrones de fábrica -que bueno, también los detesto-. Mirando "Sex & the city", sí, lo que leés, me di cuenta que detesto los patrones que uno sigue cuando uno se enamora, o en todo caso cuando uno anda buscando el amor.

Cada uno tiene el suyo, algunos tienen patrones más favorables que otros, pero todos seguimos algún patrón al momento de elegir a una persona.

Yo tengo mi patrón, claro, como vos. Yo elijo hombres que siempre, sistematicamente, han temrinado con sus novios a poco tiempo de conocerme.

¿Cómo enfrentar semejante situación? Porque estos pobres condenados no tienen la culpa de ser dejados, o de acabar de dejar a sus parejas. Pero yo tampoco tengo la culpa de sus estados emocionales, de los pesos gastados en terapia y de las lágrimas regaladas. Y a decir verdad, tampoco me interesa. Porque cuando yo conozco a alguien, o estoy en plan de conocer a alguien, quiero sorprenderme, ver todo color rosa, azul o el que más te guste, ir a comer, ver una película o tomar un buen vino escuchando música. Quiero que todo me sorprenda, porque sí, también tengo sentimientos y en esos momentos me transformo en un mar de cursilerías.

Pero claro, la otra persona acaba de romper una relación y todo cuanto mire a su alrededor va a tener la cara del 'ex'. Las sábanas en su casa van a tener restos de su perfume; las películas que le proponga mirar seguramente ya las van a haber visto juntos en el verano; su 'ex' tenía una chomba igual a la mía o le hago acordar por ese gestito que hago con las manos.

Y los muy desenamorados tienen el descaro de, encima de todo, decirmelo!

Un ex es una persona que por meses está tirada, llorando, mirando películas y escuchando música que por h o por b le hace recordar a su ex. Un ex conoce gente para olvidarse a su ex. Un ex no quiere construir una pareja, porque tiene miedo de que le suceda de nuevo lo que le pasó con su ex. Un ex tiene amigos hiper atentos, que ante cualquier comentario tuyo que no les cierre, le van a ir a decir que vos esto o que vos lo otro.

En síntesis, los ex son gente que se merece cinco o seis meses sola, hasta volver a conocer a otra persona, minimamente.

Entonces ¿por qué siempre, cuando cortan con su pareja, o cuando están siendo dejados, aparezco yo en el medio? ¿Tengo cara de psicólogo con derecho a roce? Pero si ni siquiera soy psicólogo.

Los 'ex' son inestables, pueden no llamarte por dos semanas, y cuando conseguís conectar con ellos, te van a comentar que se cruzaron con su ex y que charlaron y que están pensando en volver. ¿Y qué carajo me tuviste haciendo dando vueltas por dos meses? Te vas a preguntar vos, con un gesto extrañado como de "¿me-estás-tomando-el-pelo?"

Y así y todo, siempre termino en el medio. Pero te juro que hay veces que ni quiero, no es que los busco, simplemente aparecen, porque son parte de mi patrón. Un patrón de mierda, que no elegí, como tantas otras cosas.

Tarde o temprano me tocará a mí ser uno de esos ex, supongo.


*El título de este post le pertenece a mi amigo R.P (http://rubphosse.wordpress.com/)

jueves, 23 de julio de 2009

Necesito Valium.

No, esta vez no tengo nada gracioso para contar. Tampoco se me ocurren demasiadas reflexiones interesantes para abordar hoy.
No es que no me haya ocurrido nada desde mi último post a la fecha, no es que en el país no haya ocurrido nada, ni en latinoamerica, ni el mundo. De hecho creo que, por enumerar nomás, podría contar bastantes hechos:
- A título personal: promocioné una materia; ya tengo mi pasaje a Cuba; y bueno, creo que no mucho más porque estoy de vacaciones hace tres semanas.
- A nivel país: pasaron las elecciones, el kirchnerismo perdió a lo largo y a lo ancho del país; se acordaron que había epidemia de gripe a (antes gripe porcina, ahora influenza n1h1) y se generó una paranoia general insoportable; reformaron algunos miembros del gabinete, pero el simpatiquísimo de Moreno sigue en su cargo; ayer nevó en todos lados menos en La Plata, los de TN tuvieron un ataque de conciencia social y se fueron al Parque Lezama a hacerles entrevistas a los vagabundos que dormían ahí; Estudiantes ganó la Copa Libertadores; terminaron Los Pells, terminó Gran Cuñado (por suerte), empezó Gran Cuñado VIP (la UTA!); en síntesis, creo que no mucho más.
- A nivel internacional: surgió el escándalo de las chicas berlusconi; Corea del Norte sigue amenazando a su par del sur nada más y nada menos que con misiles nucleares; Obamma está tratando de reformar el Plan de Salud y no lo dejan; un senador yanky se curtía a una argentina y se armó escándalo; hubo un golpe de estado en Honduras, un tal Micheletti está dele que dele con la represión y Zelaya -el presidente constitucional- estuvo horas dando vueltas en avión por encima de Tegucigalpa, a ver si lo dejaban aterrizar, cosa que finalmente no hicieron; y supongo que habrán pasado varias cosas más que me estoy olvidando.
Y en medio de todo eso, de todas las acciones que se suceden día a día en el mundo de los mortales, en nuestro mundo. En medio de las apariciones y desapariciones, de los encuentros, de las señales, del mar, de la nada, del frío, del calor, de los desastres naturales. En síntesis, cuando menos lo esperaba, apareciste de nuevo. Como un tarado, riendote, aparición onírica, casi irrisoria, diciéndome vaya a saber qué cosa. Es evidente que ya a esta altura reprimo, por suerte reprimo.
Pero me quedan tus palabras rebotando, cuando ya no hace falta. Descubro el calor de los brazos cruzados, el aroma, el plástico de tu perfume. La sonrisa, diciéndome que cuándo vamos a decidirnos. La mirada de siempre.
Bla! Palabras... palabras que van y vienen, que llenan los silencios de los desesperados, que llenan nuestros silencios. Palabras, que salen disparadas, como balas que hieren hasta en lo más profundo, por lo menos de mi cuerpo, vos no, vos te pusiste el chaleco anti balas antes de empezar a disgregar, antes si quiera de mirarme.
De nuevo al vacío ¿por qué tenías que aparecer ahí, si ya no ocupás más lugar en mi mente? Te da por la risa, evidentemente te guardaste un surco de mi cerebro y te quedaste ahí, cómodo, tomándote un cabernet sauvignon y esperando a que te descubran.

viernes, 12 de junio de 2009

La muerte y todo lo demás.


Me detuve a pensar sobre la muerte. Claro que no voy a hacer una exposición filosófica sobre el final de los días, de las implicancias que la muerte tiene en la subjetividad de la gente, del instinto de supervivencia, ni mucho menos.

Me detuve a pensar particularmente en la nota cómica que termina dando la muerte si las personas con las que decide jugar saben sobrellevar la vida de una manera inteligente.

Creo que todos estamos más o menos asustados por lo que nos va a pasar (si es que nos pasa algo) el día que nuestros cuerpitos digan "good bye, good bye" y el corazón haga huelga general por tiempo indeterminado. Pero yo no puedo parar de pensar en lo divertidos que son los hechos post-mortem.

Ayer, en lo de mi abuela, conversabamos sobre qué iba a ser de nosotros cuando murieramos. Bueno, en realidad conversabamos sobre la muerte y todo lo demás. Porque el tema surgió cuando mi abuela y mi tía se entrecruzaron contando una anécdota (sí, no soy el único de la familia que tiene memoria idiota y lo único que sabe hacer bien es contar anécdotas) que les había sucedido en conjunto días atrás.

Mi abuela volvió del cementerio (creo), absolutamente indignada por dos cuestiones:

a) la más simbólica: habían perdido la lápida de mi bisabuelo (sí, como lo leen, la lápida se había perdido) y eso tocaba lo más profundo de su memoria desvariada (mi abuela anda como una luz, pero tiene 78 años, es obvio que se va a olvidar de algunas cosas).

b) la material: le habían cobrado dos veces la cremación de los pocos restos que quedaban ya de mi bisabuelo (que ahora, deteniendome a pensar, sospecho que pueden haber sido los restos de cualquier otra persona, porque mi bisabuelo murió hace bastante y la lápida estaba perdida, así que...)

Como les decía, acá está la muestra más ejemplar de los desvaríos que puede causar la muerte, y todo lo que la rodea. Pero la anécdota sigue mientras mi abuela indignada le contaba por teléfono a mi tía cómo le habían cobrado dos veces por los restos del Tata, pegó un grito comparable al que hubiese pegado si se le aparecía la mismísima figura de mi bisabuelo ahí (lo cual hubiese sido un guiño para empezar a filmar una película ya mismo). Pero no, el grito no era por la aparición, sino porque al escuchar las llaves, mi abuela recordó que Berta (un personaje único en mi familia, sobre la que ya voy a relatar algo) estaba llegando para hacer la limpieza.

-Te tengo que cortar -le dijo mi abuela a mi tía -porque acaba de llegar Berta y lo tengo a Papi en la mesa de la cocina.

(Papi: la urna con las cenizas del que queremos creer es mi bisabuelo).

La conversación siguió sus rumbos (no la de mi abuela y mi tía, que cortaron, la nuestra), porque todos teníamos algo para decir sobre lo que queríamos que hicieran con nosotros cuando muertos.

Yo alguna vez quise que me tiraran en los lagos del sur. Bueno, aunque sea en uno. No sé, me daba la sensación de poética la imágen de mi hermana esparciendo mis cenizas, en un catamarán, por el Nahuel Huapi. Como he dicho tengo, usualmente, disparadores binarios en mis pensamientos, con lo que se me ocurren dos cuestiones:

a) no sé por qué creo que me voy a morir antes yo que mi hermana, cuando la lógica (ella es casi dos años mayor que yo) indica que ella debería morirse primero.

b) de esparcirse mis cenizas en el lago, el hecho debería efectuarse un día sin viento, porque (y esto me lo hizo notar de una manera inteligente mi tía Tula -que vive en Bariloche-) si no más que en el lago mis benevolos restos culminarían siendo sacudidos de las caras de los turistas patagónicos.

A raíz de esto, mi otra tía (Laura) contó la historia de la suegra de una amiga suya, que había pedido que sus cenizas fueran tiradas en Mar del Plata, pero no desde el Torreón del Monje, o desde el muelle. No, la señora exigía que su decendencia se embarcara y dejara su recuerdo en el mar, a una profundidad considerable.

Lo más triste es que su familia lo hizo.

Finalmente, todos terminamos negociando que se hiciera con nuestras cenizas, lo que más cómodo quedara a los que les toque recibirlas. Salvo mi abuela, que pidió que la tiremos en la plaza San Martín, bajo las magnolias. Y mi tía Laura le observó que mejor en otro lado, porque si no sus restos iban a convivir por el resto de la eternidad (o al menos lo que le quede al mundo como lo conocemos hoy) con la bosta de los perros platenses. Pero mi abuela es obstinada y dijo que no le importa, que ella es urbana y quiere que la dejen ahí, que vayan sus cinco hijos con la urna, una botella de champagne, la tiren, se abran el champú y que disfruten de una de las tardes más extrañas de su vida.

Por suerte no me encomendó la responsabilidad a mí y espero no tener que terminar haciéndolo... No por el champagne, sino porque no sé cuáles son las magnolias.

martes, 9 de junio de 2009

10 cosas que detesto.

1) El día del amigo, de la primavera, del gauchito gil, de la madre, del padre, del hijo y del espiritu santo.
¿Por qué existen esos días? ¿Quién fue el imbécil que los inventó? Los días así, siempre "HAY que salir", y está todo el mundo en la calle, como si fuera agradable amontonarse en una plaza, con gente con olor a vino, papitas pay desparramadas por el suelo, muchos globos, y cornetas, payasos que se creen graciosos y persiguen a los niñitos (que a su vez corren atrás de baldes de garrapiñadas y algodón de azúcar). Toda esa montaña de felicidad postrada, porque en verdad está todo el mundo puteando, me pone de terrible mal humor.
2) La gente que cuando te saluda te dice "Negri" (preferentemente a las que tienen pinta de prototipo de mujer de polista, ella conchuda, él forro).
A ver, lindi, no soy negro, es más soy blanco leche y cuando voy a la playa en verano, me rostizo como un tomate. Ya quisiera ser un poco más negri, entonces me podrías decir negro con propiedad. Pero lo que si no pienso permitir es que me la terminación "i", se me da por preguntar... ¿Qué sos, dislexico/a?
3) Que me pidan un trago de Coca Cola, o unas papitas cuando voy con un paquete por la calle.
Y lo que es aún peor, que me digan "Eh, amigo, me convida' una papa". No soy tu amigo, no te conozco y no tengo ganas de darte una papa, ni un trago de gaseosa, ni dos pesos, ni nada. Dejame caminar tranquilo, que yo no te pedí nada, ni siquiera te miré como para conversar.
4) Viajar parado en el micro a Buenos Aires.
Y me detengo sobre este punto, que es injusto. Porque pago $8.50 el pasaje, y vamos yo no soy de esos que dicen "Tengo derechos, pago mis impuestos", pero ocho pesos con cincuenta, me parece un abuso. Y si vas a cobrar eso, minimamente poné más servicios, así no vamos todos apiñados como sardinas en un colectivo que ante el mínimo movimiento, va a volcar y nos vamos a hacer todos puré Maggi.
5) La gente que en el msn agrega un "jejejej" cada dos líneas.
Juan Carlos Msn dice:
se murió mi papá, estoy re triste.
Rita Cortese dice:
qué bajón, jejejej.
A ver, boludo/a, no, el jejeje metetelo por el quinto forro del recto. La risa, en el chat, se usa cuando algo es gracioso, no pará llenar silencios.
Además, dónde se ha visto que alguien se ría "jejejej", porque mirá que se me ocurren onomatopeyas para la risa, pero "jejejej" realmente no tiene ton, ni son.
6) Las faltas de ortografía, gramáticales y sintácticas.
Y juro que no tiene que ver con el hecho de que sea estudiante de Letras, digo, no es tan dificil escribir bien. Además se supone que a esta altura del partido, cuando ya cumpliste 21 años deberías, minimamente, saber escribir. Porque, vamos, no es que te estoy pidiendo que me resuelvas un ejercicio de física cuántica.
¿Cómo pretendés que entienda lo que escribís si tenés que poner "ay! qué risa me causaste" y en cambio me encuentro con "ahí! q riza m causazte".
7) Qué los taxistas no tengan nada mejor que hacer, que comentarme cómo está el clima, cómo anda su esposa, o el culo lindo de la que pasa por delante del auto.
Si cuando me subí al auto, me puse los auriculares del mp3 ¿cuál es la interpretación que debe hacerse al respecto? A ver... vamos los inteligentes...
Sí! que no quiero hablar con nadie, ni que me hablen, gracias!
Pues bien, por qué insisten. ¿Por qué? Por qué tengo que saber que tu hija está en Usuhaia, que resulta que de noche baja muchísimo la temperatura y que el mes pasado se quedaron sin gas y pasaron un frío de aquellos, eh. Realmente creés que me interesa si llueve o no, y que vos hoy a la mañana viste que el cielo estaba muy negro. Y... de verdad creés que todo el mundo es heterosexual? Y que a todos nos va a gustar el mismo culo de la pobre rubia que tuvo la mala suerte de cruzarse con vos?
8) Estar en una fiesta y que pasen folklore o los Redonditos de Ricota.
Ok, lo acepto, los Redonditos de Ricota no me gustan y el folklore tampoco. Y en las fiestas se pasa música bailable. Revolear el pañuelo con pinta de oligofrénico no es divertido, y tampoco lo son los pogos destructivos sin sentido cuando lo que está sonando ni siquiera es un Compact Disc... Dale careta! ES UN ARCHIVO DIGITALIZADO!
9) La gente que se da aires de intelectual.
No, mandado, no.
No te pongas un saco que te regaló tu abuela, que era del Nono que está en una caja apolillado hace 30 años. No te creas que por usar lentes de marco negro, y grueso vas a saber más de Derridá, que Derridá mismo. No te creas que por citar a Foucault cada cinco minutos en discusiones en las que ni el mismo Michel participaría, vas a a poder explicar con creces la Microfísica del Poder. Escuchar Opera y saberte algún nombre no te da más status social, a mi abuela le encanta la opera y no la llamaron del CONICET para darle una beca. ¿Para qué decir "vetusto", si podés decir mohoso? ¿Para qué decir irrisorio, si podés decir gracioso?
¿Por qué mandado, por qué?
10) Ir al cine, aunque ame el cine.
Pochoclos, caramelos, mucho calor en invierno, mucho frío en verano, butacas incómodas, gaseosas, panchos, tacos, salsa picante, titas, rodhesias, risas, viejos que le comentan a otras viejas lo que va pasando, gente que se para, que se sienta, que se acomoda, que ríe, que llora, que grita, que se asusta... gente.
Suficientes argumentos.

domingo, 7 de junio de 2009

Crónicas etílicas I

Anoche fue extraño, muy extraño.
Podría empezar repitiendo una promesa que hago cada domingo, cuando me levanto con ESE dolor de cabeza y sensación de extrañeza, de no saber cómo, ni por qué, estoy dónde estoy. Pero me parece que no tiene demasiado sentido, porque evidentemente a las promesas se las lleva el viento.
Cómo sea, no voy a expíar culpas a través de un blog. Ayer teníamos una fiesta grande con mucha gente de todo el país y yo venía de aprobar un final el martes, así que creo que me lo tenía bien merecido el temita de ponerme como cuba y bailar hasta la madrugada.
El aliciente negativo es que la fiesta era en la facultad, y la verdad que yo no soy muy adepto a estas fiestas en las que todo el mundo aparece con el pulover de llama, la polaina de llama, la boina de llama, el morral atadísimo en el cuello que no sé cómo no los ahorca, con la barba y un mucho olor, porque no sé por qué no se pegan una ducha antes de ir a la fiesta. Y además dicen que bailar reggaeton es un bajón, porque "es re careta" que mejor pongan manu chao o el raly barrionuevo. Bueno, tal vez me fui un poco de tema, porque no es que toda la gente que va a las fiestas en las facultades es así, pero una gran parte sí y la otra son adolescentes quinceañeros que se creen que por ir a una fiesta en la facultad van a cojer seguro.
En fin, me irritan y me enervan, lo acepto.
Cuestión que tenía esa fiesta en la facultad y tenía el final aprobado. Y bueno...
Para empezar, cuando llegamos (cuándo no?) estaba tocando una banda, de un montón de gente con sombreros y ropas raras, disfraces, una cosa bastante circense. Me cayeron simpáticos cuando cantaron una versión ska de "quizás, quizás (o perhaps, perhaps), entonces me cambió un poco el humor, aunque tal vez es posible que también haya sido el alcohol el que haya comenzado a hacerlo.
Al no-sabría-bien-cuál vaso de cerveza (fueron muchos) y el primero de vodka con naranja, me encontré discutiendo con un muchacho (que bien podríamos haber estado haciendo cualquier otra cosa menos discutir, te diré...) que milita en una agrupación que claro, no es la mía. Eso no es nada, la discusión iba bien, me gusta y divierte discutir política, así que no estaba tan mal la situación. El momento clave fue cuando lo vi venir a uno de los chicos, directo hacia mi amigo político, con cara de "vos no me caés muy bien, te convendría rajar de acá". Repito, la situación fue confusa, y de repente estaba yo gritando "PARÁ, TE ESTÁS YENDO A LA MIERDA PARÁ", en medio de un montón de gente y un revuelo general que parecía terminar en rosca global.
Por suerte nada pasó a mayores.
Ya al segundo o tercer vaso de vodka (que me tuve que servir yo, porque los que servían estaban igual o peor que yo) con los varios vasos de cerveza encima, entré al hall de la facultad y ¿quién sonaba? Sí, Daddy Yankee. Como comenté anteriormente, mi mamá se hizo fanática de Daddy Yankee, así que ahora suena todo el tiempo en mi casa. Y yo, que no soy un fanático, te digo que el tema "Llamado de emergencia" me hace subir como pedo de buzo. Y ahí estaba bailando, sudando como negra en baile, con Ro, una de las chicas. Creo (porque la verdad no me acuerdo muy bien, tal vez me lo fantasée) que al pasar uno me dijo "qué gay" (¡vaya novedad!). Y le dimos duro y parejo hasta que fui a buscar más cerveza porque moría de sedy me explicaron que no había más, pero que estaban llegando nuevos cajones. Indignado, fui hacia la barra de vodka, que claro, los que estaban atrás ya a gatas podían deletrear sus nombres y me volví a cerrar. Y a partir de ahí ya sí que todo es muy confuso.
Creo que pasaron dos horas, y no me di cuenta cómo, estaba cargando cajones vacíos y tratando de escapar de lo inexorable... limpiar.
Bueno, el operativo fue un éxito y nos volvimos en auto con Manu. Entendiendo que tenía que comer algo con urgencia, y tomar Coca Cola, porque sí, en un semáforo en rojo aproveché y me bajé corriendo del auto. Lo último que escuché fue: "Tarado, pará que estaciono".
Y bueno, creo que nada más.

domingo, 31 de mayo de 2009

Llamado de Emergencia.

Mi mamá baila y canta como los dioses,
y ahora parece que se hizo fanática de Daddy Yankee.

jueves, 28 de mayo de 2009

(In)seguridad.


Cada vez que abro un diario, o prendo la televisión, escucho o leo que alguien fue robado, asesinado, violado, maniatado, bla bla, lo que sea.
Y no es que yo descrea de lo que me dicen los medios, porque no es que yo considere que los medios de comunicación son tendenciosos, y que generalmente buscan crear las bases para aplicar la difusión del discurso hegemónico. No, para nada. De más está decir, que tampoco es que desconfíe de quienes manejan las enormes multinacionales, que a su vez manejan las empresas, que a su vez manejan las cadenas de medios en nuestro país. Que, claramente, no es que yo piense que toda esa maquinaria no tiene ningún interés político.
No, claro que no.
Por eso, como decía, siempre escucho-leo-veo que la "seguridad" de alguien fue ultrajada por algún que otro mal viviente.
Curiosa palabra, mal viviente.
Pero bueno, no es la idea comentar mi posición político-ideológica en este momento, si no que me interesaba comentar otra anécdota.
Que tiene que ver con robos y esas cosas, claro.
Hace no mucho, pongamosle octubre del año pasado, una de las agrupaciones del movimiento político en el que milito, organizaba un Encuentro de Estudiantes. Y nos llamaron para ver si les podíamos dar una mano en la pegatina de los afiches (por pegatina, entiéndase a la acción de preparar un buen engrudo y salir por las paredes de la facultad a pegar, con engrudo claro está, los afiches del encuentro en cuestión). No voy a decir que no tenía nada mejor que hacer un martes a las doce de la noche, pero bueno, fui.
La pegatina transcurrió con normalidad, de hecho mi partida se dio con normalidad, arranqué la caminata por Av. 7, tranquilo escuchando música, como hago siempre que camino por la calle solo.
Al dar la vuelta por plaza Italia tuve la sensación de que algo me iba a pasar. Curiosamente, yo no soy de las personas que saldrían en los diarios, noticieros de actualidad, porque usualmente no me roban, ni me violan, ni (claro está) me matan, porque si no no podría estar escribiendo. Pero ese día, me dio la sensación de que mi suerte de "no-robado" se estaba por acabar. Cómo sea, seguí mi camino tranquilo y decidí doblar en calle 44.
Al doblar, sentí una presencia atrás, la clara percepción de que alguien me estaba siguiendo, y al mirar hacia atrás por una vidriera (recuerdo que soy cobarde, muy cobarde) confirmé mis sospechas. Un masculino, de más o menos mi estatura caminaba en línea recta a mi silueta, solo que unos metros más atrás.
En ese momento se me ocurrieron dos posibilidades (como verán, generalmente establezco criterios binarios para resolver las situaciones cotidianas):
a) seguir por 44, el kiosco que está a metros de 8 y vende pasajes del micro Plaza, estaba abierto con luz y había varias personas ahí, esperando el colectivo.
b) doblar en 8, nomás, aunque muchas luces no hubiera y las posibilidades de cruzarme con un transeunte fueran escasas, pero... ¿¿qué me van a hacer??
Claramente decidí doblar en 8, hacer la pantomima de desconfianza me robaba tiempo y además, no tenía ganas de desviarme, ya había caminado bastante.
Una vez más, la pereza y las decisiones estúpidas le ganaron al razonamiento conciente de un obsesivo-compulsivo.
Doblé en 8 y sentí como la sombra que me seguía doblaba conmigo, tan solo unos metros por detrás y con la seguridad de que tenía el campo libre para ejercer su propósito sin siquiera molestarse.
Al pasar por un negocio, se prendió uno de esos reflectores que se activan con el calor y no sé cómo se encienden solos y al minuto se apagan. Y en ese mismo instante, mi compañero de ruta decidió alcanzarme, y chistarme. Yo, como dije antes, venía muy choto con mi mp3, escuchando vaya a saber qué (porque la verdad no me acuerdo), pero puedo asegurar que cuando sentí la figura a mi lado, no me infarté porque tengo mucha suerte.
El muchacho no pedía mucho, solo me explicó lo que ibamos a hacer:
-Mirá, vamos a hacer esto, vos me vas a tener que dar toda la plata. -me dijo mientras tenía su mano sugestivamente en el bolsillo de la campera.
Yo sabía que adentro de ese bolsillo no había nada, pero... ¿y si lo había? La verdad no tenía ganas de angustiarme por los $30 que tenía en la billetera.
A esta invitación yo respondí gentilmente:
-Bueh -dije - si no queda otra.
Y mientras nos dirigíamos al cruce de 8 con la diagonal 77, retiré el dinero de la billetera. Y atiné, responsablemente, a preguntarle:
-¿Si te doy la plata no me hinchás más las pelotas?
Su mirada fue extraña, creo que se esperaba algo de miedo de mi parte. Pero a decir verdad, misteriosamente, yo no estaba asustado. Respondió negativamente, si yo le daba mi dinero, él se iba tranquilo.
Así que procedí, y al llegar a la esquina llegó el tiempo de las justificaciones y disculpas:
-Mirá, disculpame, yo no te quería hacer esto... es que necesito la guita. -dijo mi compañero de ruta, con la voz algo consternada.
-Y viejo, yo también la necesito... pero bueh, ya está. -respondí en tono amistoso, no podía enojarme con un muchacho de más o menos mi edad, que me estaba robando a las doce de la noche de un martes de octubtre - lo que sí, -agregué - la próxima vez, tratá de no asustar a la gente, porque casi me infartás cuando apareciste por el costado!
No sé si hacía lo más correcto, invitándolo a no asustar a sus próximas víctimas, pero bueno, tenía que decirselo.
-UH! Perdoname -me replicó, sorprendido - de verdad, no quise, perdón, no te quería asustar, es que... no, perdón viejo!
Y sí, mientras me pedía disculpas, me largó un abrazo. Y ahí estaba yo, abrazando al muchacho que minutos antes me estaba robando, en el cruce de diagonal 77 y 8, a las doce de la noche de un martes de octubre.
Después del abrazo, él arrancó para la plaza Italia, supongo que a encontrarse con sus amigos o familia y yo arranqué para el lado de mi casa, a encontrarme con mi cama cálida, con mi mp3 en mi poder y riendome de la situación que acababa de pasar.

miércoles, 27 de mayo de 2009

And the Mary Chain.



Continuando con la cuestión de los sueños, recordé hoy un sueño interesante y algo simbólico que tuve hace no mucho.

(Aclaración necesaria: no va a ser este un blog en donde solo se relaten sueños, porque a decir verdad no es que tenga tantos (interesantes), entonces después me voy a tener que empezar a robar sueños ajenos y hacerlos pasar por míos y demás cosas que no estoy interesado hacer, porque llevan mucho más tiempo que escribir material nuevo)

Entonces, decía... Hace no mucho tuve un sueño místico, religioso. Podría decir que fue una revelación, pero como no creo en Dios, ni en la virgen, ni la inmaculada concepción, ni en la iglesia ruso-ortodoxa que queda en San Telmo, creo que solo quedará en una sensación extraña a las cinco de la mañana.

La escena es confusa, pero puedo asegurar que yo salgo por una puerta, de una habitación en la que no sé exactamente que estaba haciendo. Al salir, el exterior me transporto a un lugar ajeno, algo así como una calle de Medellín (digo Medellín por poner un ejemplo, porque no conozco Medellín, ni siquiera conozco Colombia... pero por los videos de Calle 13, que de hecho tampoco son de Colombia.. pero bueno, pongamos que era una calle así urbana, de tipo escenografía de video de reggaeton) y del otro lado de la puerta, en la vereda del lugar, está Gonzalo un amigo (es válido aclarar que por los días que soñé esto, pasaba muchas horas con Gonza, así que en ese momento no me sorprendió que fuera él quien aparecía en mi sueño).

Gonzalo estaba parado, perplejo, mirando la pared donde se ubicaba la puerta por la que yo estaba saliendo. Yo, con mi mejor cara de poker (asumo, porque no tenía un espejo para verme) lo miro y le pregunto qué le pasa. Y su respuesta es concisa y algo abrumadora:

-Nacho... mirá a tu costado.

Bueno... Gran cosa, con los imperativos, loco te está exigiendo que mires a un costado, nada más... Pero al mirar a mi izquierda y focalizar en la pared urbana de tipo reggaeton del habitáculo del que estaba saliendo, me encuentro nada más y nada menos que a la virgen María.

Sí, a la inmaculada nuestra señora de la conchinchilla. La virgen, esa misma.

Resulta que esto no termina acá, porque a mí la situación me impacienta un poco, no todos los días aparece la virgen María, en la pared. Pero como, como les decía, estamos en un ambiente muy reggaetonero, resulta bastante posible que alguno de los colombianos, o lo que sean, del lugar la haya pintado en la pared. Así que, para clamar los ánimos (y tratando de convencerme de lo imposible) le respondo a Gonza:

-Gonza, debe ser una pintura, no es para tanto.

-No, Nacho, apareció recién, mientras te estaba esperando -me responde un Gonza un tanto incómodo y sudado.

Mi reacción es la esperable. Soy cobarde, pero además de cobarde, soy negador. Ante la afirmación de mi amigo, de que lo que estamos precenciando es una aparición, continúo con la negación y comienzo a intentar borrar la imagen de la pared. La situación transita entre lo bizarro y lo patético. Gonzalo está petrificado en la vereda, mientras que yo con un pañuelito que saqué de algún lugar, intento borrar a la virgen, y convencido le digo:

-Mirá, Gonza, o borramos a esta mujer de acá, o estamos fritos, porque si la virgen existe de verdad... nosotros, con todo lo que hemos pecado, ya estamos en el infierno. Y yo te aseguro que no me voy a hacer cura, porque se me aparezca esta acá.

Y en ese momento, me despierto.

5 a.m, verano, abrí los ojos y por suerte no estaba en ninguna calle reggaeton, mi cama estaba sudada, yo también, como quien despierta de una pesadilla. De hecho, para mí, fue una pesadilla.

Miro a un lado, al otro, la virgen no está, dios, Jesús, el espiritu santo, ni el gauchito gil, tampoco. Por suerte. Pero mientras voy a servirme un vaso de agua, para pasar el mal trago, me quedo pensando si no habrá sido una revelación, pienso que tendría que consultar un teólogo, o hacerme el desentendido.

Elijo hacerme el desentendido y, como no me puedo dormir, prendo Warner TV, aleluya dios todo misericordioso, están pasando Friends.

martes, 26 de mayo de 2009

Lugo(nes).


Solo sé que no soy hijo de Lugo (el presidente de Paraguay), porque mi mamá tiene 52 y a Lugo le gustan las pebetas.

Juan Carlos Asco.

Se trata del asco.
Asco es una palabra fuerte, grave en su acentuación, resulta que no lleva tilde porque las palabras graves terminadas en N, S o vocal, no llevan tilde. ¿Y quién lo dijo? Juan Carlos Asco, que seguro lo decidió en su oficina de Puerto Madero, mientras su secretaria (probablemente rubia y tetona, con algo de colágeno en los labios) le servía un licuado de banana con leche. Porque parece que Juan Carlos Asco no quiere olvidar su pasado popular.
Y se trata de que nos de asco, todo esto, que nos produzca náuseas.
Ocurre que leí un post de un amigo, al que le tiraron una piedra en la cabeza (que se abrió y sangró por un buen rato, hasta que un médico de guardia le tiró una onda y le cosió unos puntos) solo por ser gay.
Sí, por ser gay y estar abrazándose con su novio, tranquilo en la calle. Por decidir vivir su vida, por abusar de la libertad. Porque nosotros, los putos, gays, homosexuales, o como más te guste llamarnos... tenemos una libertad condicionada.
Somos graciosos, y tenemos que ser inteligentes y ácidos, pero recibimos miradas violentas, que nos reprimen, cuando queremos comentar lo que hacemos en casa, con la persona que amamos... "la vida privada, adentro de la casa", comentan mientras cuentan cómo sus parejas heterosexuales lxs complacieron por la noche.
Nos vestimos bien, sabemos convinar los colores, pero se nos reprueba cuando comentamos sobre el pullover que nos compró algún novio. Shhh, te lo regaló un amigo ¿sí? No me hagas quedar mal.
Nos gusta el buen cine, y vamos a la ópera, somos claramente más cultos que un hombre heterosexual, pero seguro que no podemos arreglar un caño roto, o una fuga de gas. Menos que menos jugar al fútbol, no sea cosa que en el vestuario nos tentemos y le toquemos el miembro al novio de María.
Somos tantas cosas, tanta porquería.
No seas maricón; te van a romper el orto; y?? siempre solo, vos... cuándo vas a traer a tu novia?; está todo bien con los putos, eh?? yo no discrimino; ese que pasó era un puto!; son todos putos los borrachos del tablón; policía puto; puto, trolo, marica, loca, comilón, tragasables, y así también: torta, camionera, machona, marimacho, machoman, travesaño, trava, trapo.
Y a mí todo esto me da tanto, pero tanto, pero tanto asco.
Que tal vez en algún momento me sorprenda, y pueda caminar de la mano, contento, disfrutando un día de primavera.

lunes, 25 de mayo de 2009

Perón, Perón, gran conductor.



Tuve un sueño un tanto extraño...
Mi relación con las fantasías oníricas se ha incrementado desde un tiempo a esta parte. Creo que no hay un motivo particular, pero lo cierto es que... o yo sueño más, o evidentemente eso de que uno siempre sueña y después cuando se levanta se olvida, era cierto.
La cuestión es que por estos días, ya hace bastantes en verdad, pero como decidí volver a escribir en este blog recién hoy, no puedo decir que fue ayer que soñé esto (porque ayer soñé que me iba a Bolivia y que comía en un Mc Donald's de Tacos, varios tacos que estaban muy ricos y les ponía abundante salsa picante)...
Cuestión, soñé que nos sentabamos a comer empanadas con el General Juan Domingo Perón.
Sí, Perón, el primer trabajador.
La situación transcurre más o menos así:
Estabamos en una mesa larga, de esas que uno se imagina encontrará en un palacio, o una cena de gente importante. Hasta ahí no había nada fuera de lugar, yo estaba sentado en la cabecera, a mi izquierda podía reconocer a uno de mis mejores amigos, Esteban y a mi derecha (y es aquí cuando me quedo perplejo, hasta en el sueño)... Perón.
No cualquier Perón, digo, no el Perón del '74, que comodamente cenaba en España con el Generalísimo y que ya a esa altura usaba traje. Perón del '45, con insignias y chaqueta verde. Estaba sonriente el General, parecía agradarle la idea de estar sentado en una mesa conmigo y mi mejor amigo Esteban.
Todo transcurría con la normalidad que puede transcurrir una cena con un estudiante de Marketing, un estudiante de Letras y un ex Presidente, que marcó a fuego la historia de un país, cuando en eso, llega una bandeja con empanadas. A simple vista, pude reconocer que eran las empanadas fritas que hace mi Mamá.
Debo dedicarles un párrafo a parte a las empanadas fritas de mi Mamá. Más allá de las cuestiones edípicas y de que todo hijo ama la comida de su madre, las empanadas de mi Mamá son realmente únicas. Puede hacerse un sondeo entre las personas que las han probado para que den cuenta de lo que estoy asegurando.
Como decía, llega una bandeja de empanadas fritas y yo me entusiasmo un poco, porque no todos los días como empanadas de mi madre y son mi comida favorita. Cualquier compañero Nac & Pop, podría decirnos que está muy bien que mi comida favorita sean las empanadas fritas, porque el pueblo come empanadas y es una comida tradicional y nacional. Pero... al General no le gustaban las empanadas, o por lo menos eso aseveró en mi sueño, mientras que el N/N que servía, le ofrecía y él muy correctamente denegaba la oferta.
Yo, sin titubear, decidí explicarle:
-General, cómase una empanadita.
-No, gracias m'hijo, no me gustan las empanadas.
-Pero, mire General, que son las empanadas fritas que cocina mi madre, son exquisitas.
-No, gracias gracias.
-Me extraña, General, que siendo tan popular, usted no quiera comerse una empanadita. -le dije en un acto de atrevimiento.
La cena siguió normalmente, o por lo menos no hay otro momento que recuerde tan vivamente, pero como todo en mi vida, tenía que rematar la cena con algún comentario, porque yo soy de los que siempre quieren quedarse con la última palabra. Y, esperando una reacción positiva del General, ya que no le habían gustado las empanadas, decidí comentarle (en tono de confesión)...
-General, yo, como buen egresado del Colegio Nacional La Plata, era marxista-leninista, pero cuando lo conocí a usted.... me hice PERONISTA!
Y en ese preciso instante me desperté, sudado y preguntándome cómo había llegado a semejante conclusión.