jueves, 30 de julio de 2009

Memoires.


Nunca pude escribir diarios íntimos. Lo he intentado más de una vez, sobre todo después de fumarme, varias veces, cada una de las entregas de Bridget Jones.

Es algo dificil, no sé hacerlo. Y eso que quiero darmelas de escritor, y cualquier escritor tiene su diario íntimo, bueno, no diario íntimo con candadito y hojas rosas y perfumadas, pero al menos tiene sus memorias para que al momento de la muerte, su familia (o su viuda, que no va a ser mi caso), las encuentre, las publique y pueda vivir de las regalías que esto le trajo.

Nunca pude describir mis relaciones amorosas -o sentimentales, para ser más realista-, nunca pude ponerme contento porque X me había mirado en el boliche y luego correr a mi casa, desenfundar el librito de tapa dura y volcarlo en sus páginas. Siempre sentí que mi vida no era interesante para nadie más que para mí, o al menos si no le ponía un poco de literatura.

Seguir las crónicas de alguien es una empresa dificil, para empezar considero que si estás siguiendo la vida de alguien día a día, página a página, significa -de mínima- que estás viviendo una obsesión por esa persona (se me viene a la cabeza la canción del grupo aventura, bastante grasa y muy de moda en el año 2000). Suponiendo que no tenés una obsesión por la persona a la que perseguís como un psicópata, nos quedan otras opciones: a) que efectivamente seas un psicópata, con lo que te recomendaría que más que seguir leyendo el diariecito, te vayas a hacer tratar; b) que no tengas absolutamente nada mejor que hacer, a lo que recomiendo que te busques una carrera en la universidad o un trabajo, si ya tenés ambos... volvemos sobre la idea de que te hagas tratar.

De cualquier modo, siempre me parecieron interesantes las memorias o los diarios íntimos. No porque yo sea un psicópata, que creo no lo soy (podemos discutir un largo rato sobre mis fobias u obsesiones, pero psicosis no). Siempre me llamó la atención que haya gente que necesite poner en papel -o en formato digital, vos elegís- lo que le pasa todos los días y además, como soy una persona muy fantasma, siempre me imaginé que la acción de escribir un diario íntimo debe ser todo un ritual. Las memorias de tipos como San Agustín, o Rousseau, me imagino que fueron escritas en alguna abadía, ubicada en un acantilado nórdico, con tormenta y lluvia*1. Las memorias de figuras más contemporáneas me imagino que fueron escritas a la noche, con candelabros, porque no sé por qué carajos estaba cortada la luz. Y de la gente que no le importa a nadie, como es nuestro caso (los escritores de pacotilla), me imagino que minimamente se abrieron un buen tinto y pusieron un disco de turno que representara lo que habían vivido en ese momento.

Y yo que nunca pude escribir nada sobre todo lo que me ha pasado. Bueno, tampoco es que me pasó tanto, pero tengo anécdotas graciosas o interesantes y día a día escucho cosas sobre las que me gustaría escribir, pero al no tener memoria, me olvido.

En fin, memoria, memorias, creo que siempre es bueno tenerlas -aunque ningún psicópata venga a leertelas-*2.


*1: No sé por qué me imagino que Rousseau escribió en un acantilado nórdico, pero me lo imagino.

*2: También es bueno tener memoria y memoria ram en la computadora, porque ciertamente agilizan las operaciones.

sábado, 25 de julio de 2009

Una noche en el Lago Traful.


Hay varios temas por los que debería empezar una terapia. Por decir algunos: mi relación con mi vieja; el ausentismo que sentí por parte de mi viejo cuando era chico; mi sexualidad; mi imposibilidad de manter relaciones por más de dos meses; bueno... y varios más.

Después podría decir que hay varias cuestiones puntuales que son las que hacen a una terapia, es decir, los temas diarios -o no tan diarios- que ocupan el conciente y el inconciente del común de los humanos.

Esas relaciones diarias, encontronazos, peleas y amistades, noviazgos... esas cosas. Es decir, cuestiones que no son vectores de una terapia, sino que le permiten al terapeuta de turno, seguir cobrando.

En ese marco se encuentra mi pelea con dos amigos en el sur. Una pelea insignificante con amigos, que a decir verdad, también resultaron bastante insignificantes. Pero una pelea, claro, que todavía no me saco de la cabeza.

Imaginate que vos estás decidido a irte de viaje, tranquilo, un viaje onda experimental a Bolivia -por ponerle un lugar físico real-. Decidís irte solo de viaje, te vas a ir tranquilo a disfrutar y conocer. Pero tus amigos te hinchan las bolas, con que te vayas con ellos a la patagonia -detalle, ellos dos son pareja y vos sos el soltero-.

Cuestión que ahí partimos, en enero, hacia las montañas de los siete lagos. Ellos de luna de miel, yo de justificación para sus respectivos padres: "Nos vamos de viaje con dos amigos, Nacho y A.", dijo L. en su casa; "Nos vamos con dos amigos de la facu, L. y Nacho", dijo A. en su casa.

No sé si fuiste a hacer los Siete Lagos alguna vez, es un viaje re típico para el mochilero promedio, que sale con todas sus hormonas revolucionadas y la esperanza de tener sexo en las montañas del sur.

Yo también salí con ganas de tener sexo en la montaña, pero bueno claro es un poco más dificil, porque el promedio de edad son 18 y a esa edad la mayoría de los muchachines todavía intentan tener sexo con muchachitas. Pero no va al caso.

Como decía, si fuiste a los Siete Lagos, sabrás que son todos iguales. El Espejo, el Espejito, el Traful, el Juanito Lago... todos iguales, lagos. Y claro, yo me pregunto ahora, porque cuando decidimos ir, yo ya me había olvidado como era el circuito (aclaración: fui seis veces al sur, una vez sola hasta esta última, había hecho los siete lagos), me pregunto por qué carajo ir a pasar veinticinco días con pocas probabilidades de bañarme con agua caliente, sabiendo que voy a comer preferentemente fideos y que voy a tener dificultades para cagar. ¿A quién se le ocurre?

Y allí salimos, la pareja y el amigo, para encontrarnos con otro "amigo" allá en Bariloche y arrancar el recorrido juntos. Yo había conocido a la pareja en cuestión un año antes, cuando todavía no eran pareja y me creía que eramos los mejores amigos. Pero no, ellos no me conocían tanto y yo no los conocía tanto a ellos, porque cuando C. -el que se sumó en Bariloche- siguió su ruta, en San Martín de los Andes, comenzaron los problemas.

Lo voy a poner en pocas palabras, noche doce durmiendo en carpa, una de ellas con nevada incluida en verano. Nueve de las doce cenas habían sido fideos. A la noche matábamos el frío con vino tinto, que para esa época no me gustaba. Venía de cortar con mi ex y en el medio del viaje me llama el incoherente que me había tenido todo el año en vela. Estaba peleado con mi vieja, y me arreglé el primer día cuando nos cruzamos en Bariloche -en casa de mi tía que vive allá-.

¿Cómo pretenden que el setenta y cinco por ciento de mis comentarios no sean irónicos? ¿Quién puede soportar tanto martirio en vacaciones? Y nadie observó además, que para esa altura yo me había quedado solo con los tortolitos... que claro, querían tener sexo en la montaña pero, oh problema, tenían que dormir con el pesado que habían invitado para justificar su viaje con sus padres.

Y bueno muchachos, no es mi culpa, yo me quería ir a Bolivia.

No voy a dar los detalles de la pelea, porque esto se extendería demasiado, pero lo cierto es que decidieron dejar de hablarme y lo sostuvieron durante mis últimos dos días en San Martín, hasta la fecha. Y yo preguntándome qué hice.

Sigo preguntándome qué fue exactamente lo que hice, y sé que necesito terapia, pero por muchas cosas, no por ser sincero.

viernes, 24 de julio de 2009

'Ex' & the city*


Detesto la cuestión de los patrones, no de los patrones de fábrica -que bueno, también los detesto-. Mirando "Sex & the city", sí, lo que leés, me di cuenta que detesto los patrones que uno sigue cuando uno se enamora, o en todo caso cuando uno anda buscando el amor.

Cada uno tiene el suyo, algunos tienen patrones más favorables que otros, pero todos seguimos algún patrón al momento de elegir a una persona.

Yo tengo mi patrón, claro, como vos. Yo elijo hombres que siempre, sistematicamente, han temrinado con sus novios a poco tiempo de conocerme.

¿Cómo enfrentar semejante situación? Porque estos pobres condenados no tienen la culpa de ser dejados, o de acabar de dejar a sus parejas. Pero yo tampoco tengo la culpa de sus estados emocionales, de los pesos gastados en terapia y de las lágrimas regaladas. Y a decir verdad, tampoco me interesa. Porque cuando yo conozco a alguien, o estoy en plan de conocer a alguien, quiero sorprenderme, ver todo color rosa, azul o el que más te guste, ir a comer, ver una película o tomar un buen vino escuchando música. Quiero que todo me sorprenda, porque sí, también tengo sentimientos y en esos momentos me transformo en un mar de cursilerías.

Pero claro, la otra persona acaba de romper una relación y todo cuanto mire a su alrededor va a tener la cara del 'ex'. Las sábanas en su casa van a tener restos de su perfume; las películas que le proponga mirar seguramente ya las van a haber visto juntos en el verano; su 'ex' tenía una chomba igual a la mía o le hago acordar por ese gestito que hago con las manos.

Y los muy desenamorados tienen el descaro de, encima de todo, decirmelo!

Un ex es una persona que por meses está tirada, llorando, mirando películas y escuchando música que por h o por b le hace recordar a su ex. Un ex conoce gente para olvidarse a su ex. Un ex no quiere construir una pareja, porque tiene miedo de que le suceda de nuevo lo que le pasó con su ex. Un ex tiene amigos hiper atentos, que ante cualquier comentario tuyo que no les cierre, le van a ir a decir que vos esto o que vos lo otro.

En síntesis, los ex son gente que se merece cinco o seis meses sola, hasta volver a conocer a otra persona, minimamente.

Entonces ¿por qué siempre, cuando cortan con su pareja, o cuando están siendo dejados, aparezco yo en el medio? ¿Tengo cara de psicólogo con derecho a roce? Pero si ni siquiera soy psicólogo.

Los 'ex' son inestables, pueden no llamarte por dos semanas, y cuando conseguís conectar con ellos, te van a comentar que se cruzaron con su ex y que charlaron y que están pensando en volver. ¿Y qué carajo me tuviste haciendo dando vueltas por dos meses? Te vas a preguntar vos, con un gesto extrañado como de "¿me-estás-tomando-el-pelo?"

Y así y todo, siempre termino en el medio. Pero te juro que hay veces que ni quiero, no es que los busco, simplemente aparecen, porque son parte de mi patrón. Un patrón de mierda, que no elegí, como tantas otras cosas.

Tarde o temprano me tocará a mí ser uno de esos ex, supongo.


*El título de este post le pertenece a mi amigo R.P (http://rubphosse.wordpress.com/)

jueves, 23 de julio de 2009

Necesito Valium.

No, esta vez no tengo nada gracioso para contar. Tampoco se me ocurren demasiadas reflexiones interesantes para abordar hoy.
No es que no me haya ocurrido nada desde mi último post a la fecha, no es que en el país no haya ocurrido nada, ni en latinoamerica, ni el mundo. De hecho creo que, por enumerar nomás, podría contar bastantes hechos:
- A título personal: promocioné una materia; ya tengo mi pasaje a Cuba; y bueno, creo que no mucho más porque estoy de vacaciones hace tres semanas.
- A nivel país: pasaron las elecciones, el kirchnerismo perdió a lo largo y a lo ancho del país; se acordaron que había epidemia de gripe a (antes gripe porcina, ahora influenza n1h1) y se generó una paranoia general insoportable; reformaron algunos miembros del gabinete, pero el simpatiquísimo de Moreno sigue en su cargo; ayer nevó en todos lados menos en La Plata, los de TN tuvieron un ataque de conciencia social y se fueron al Parque Lezama a hacerles entrevistas a los vagabundos que dormían ahí; Estudiantes ganó la Copa Libertadores; terminaron Los Pells, terminó Gran Cuñado (por suerte), empezó Gran Cuñado VIP (la UTA!); en síntesis, creo que no mucho más.
- A nivel internacional: surgió el escándalo de las chicas berlusconi; Corea del Norte sigue amenazando a su par del sur nada más y nada menos que con misiles nucleares; Obamma está tratando de reformar el Plan de Salud y no lo dejan; un senador yanky se curtía a una argentina y se armó escándalo; hubo un golpe de estado en Honduras, un tal Micheletti está dele que dele con la represión y Zelaya -el presidente constitucional- estuvo horas dando vueltas en avión por encima de Tegucigalpa, a ver si lo dejaban aterrizar, cosa que finalmente no hicieron; y supongo que habrán pasado varias cosas más que me estoy olvidando.
Y en medio de todo eso, de todas las acciones que se suceden día a día en el mundo de los mortales, en nuestro mundo. En medio de las apariciones y desapariciones, de los encuentros, de las señales, del mar, de la nada, del frío, del calor, de los desastres naturales. En síntesis, cuando menos lo esperaba, apareciste de nuevo. Como un tarado, riendote, aparición onírica, casi irrisoria, diciéndome vaya a saber qué cosa. Es evidente que ya a esta altura reprimo, por suerte reprimo.
Pero me quedan tus palabras rebotando, cuando ya no hace falta. Descubro el calor de los brazos cruzados, el aroma, el plástico de tu perfume. La sonrisa, diciéndome que cuándo vamos a decidirnos. La mirada de siempre.
Bla! Palabras... palabras que van y vienen, que llenan los silencios de los desesperados, que llenan nuestros silencios. Palabras, que salen disparadas, como balas que hieren hasta en lo más profundo, por lo menos de mi cuerpo, vos no, vos te pusiste el chaleco anti balas antes de empezar a disgregar, antes si quiera de mirarme.
De nuevo al vacío ¿por qué tenías que aparecer ahí, si ya no ocupás más lugar en mi mente? Te da por la risa, evidentemente te guardaste un surco de mi cerebro y te quedaste ahí, cómodo, tomándote un cabernet sauvignon y esperando a que te descubran.