sábado, 25 de julio de 2009

Una noche en el Lago Traful.


Hay varios temas por los que debería empezar una terapia. Por decir algunos: mi relación con mi vieja; el ausentismo que sentí por parte de mi viejo cuando era chico; mi sexualidad; mi imposibilidad de manter relaciones por más de dos meses; bueno... y varios más.

Después podría decir que hay varias cuestiones puntuales que son las que hacen a una terapia, es decir, los temas diarios -o no tan diarios- que ocupan el conciente y el inconciente del común de los humanos.

Esas relaciones diarias, encontronazos, peleas y amistades, noviazgos... esas cosas. Es decir, cuestiones que no son vectores de una terapia, sino que le permiten al terapeuta de turno, seguir cobrando.

En ese marco se encuentra mi pelea con dos amigos en el sur. Una pelea insignificante con amigos, que a decir verdad, también resultaron bastante insignificantes. Pero una pelea, claro, que todavía no me saco de la cabeza.

Imaginate que vos estás decidido a irte de viaje, tranquilo, un viaje onda experimental a Bolivia -por ponerle un lugar físico real-. Decidís irte solo de viaje, te vas a ir tranquilo a disfrutar y conocer. Pero tus amigos te hinchan las bolas, con que te vayas con ellos a la patagonia -detalle, ellos dos son pareja y vos sos el soltero-.

Cuestión que ahí partimos, en enero, hacia las montañas de los siete lagos. Ellos de luna de miel, yo de justificación para sus respectivos padres: "Nos vamos de viaje con dos amigos, Nacho y A.", dijo L. en su casa; "Nos vamos con dos amigos de la facu, L. y Nacho", dijo A. en su casa.

No sé si fuiste a hacer los Siete Lagos alguna vez, es un viaje re típico para el mochilero promedio, que sale con todas sus hormonas revolucionadas y la esperanza de tener sexo en las montañas del sur.

Yo también salí con ganas de tener sexo en la montaña, pero bueno claro es un poco más dificil, porque el promedio de edad son 18 y a esa edad la mayoría de los muchachines todavía intentan tener sexo con muchachitas. Pero no va al caso.

Como decía, si fuiste a los Siete Lagos, sabrás que son todos iguales. El Espejo, el Espejito, el Traful, el Juanito Lago... todos iguales, lagos. Y claro, yo me pregunto ahora, porque cuando decidimos ir, yo ya me había olvidado como era el circuito (aclaración: fui seis veces al sur, una vez sola hasta esta última, había hecho los siete lagos), me pregunto por qué carajo ir a pasar veinticinco días con pocas probabilidades de bañarme con agua caliente, sabiendo que voy a comer preferentemente fideos y que voy a tener dificultades para cagar. ¿A quién se le ocurre?

Y allí salimos, la pareja y el amigo, para encontrarnos con otro "amigo" allá en Bariloche y arrancar el recorrido juntos. Yo había conocido a la pareja en cuestión un año antes, cuando todavía no eran pareja y me creía que eramos los mejores amigos. Pero no, ellos no me conocían tanto y yo no los conocía tanto a ellos, porque cuando C. -el que se sumó en Bariloche- siguió su ruta, en San Martín de los Andes, comenzaron los problemas.

Lo voy a poner en pocas palabras, noche doce durmiendo en carpa, una de ellas con nevada incluida en verano. Nueve de las doce cenas habían sido fideos. A la noche matábamos el frío con vino tinto, que para esa época no me gustaba. Venía de cortar con mi ex y en el medio del viaje me llama el incoherente que me había tenido todo el año en vela. Estaba peleado con mi vieja, y me arreglé el primer día cuando nos cruzamos en Bariloche -en casa de mi tía que vive allá-.

¿Cómo pretenden que el setenta y cinco por ciento de mis comentarios no sean irónicos? ¿Quién puede soportar tanto martirio en vacaciones? Y nadie observó además, que para esa altura yo me había quedado solo con los tortolitos... que claro, querían tener sexo en la montaña pero, oh problema, tenían que dormir con el pesado que habían invitado para justificar su viaje con sus padres.

Y bueno muchachos, no es mi culpa, yo me quería ir a Bolivia.

No voy a dar los detalles de la pelea, porque esto se extendería demasiado, pero lo cierto es que decidieron dejar de hablarme y lo sostuvieron durante mis últimos dos días en San Martín, hasta la fecha. Y yo preguntándome qué hice.

Sigo preguntándome qué fue exactamente lo que hice, y sé que necesito terapia, pero por muchas cosas, no por ser sincero.

3 comentarios:

ELECTROCHONGO dijo...

y bueh, si se enojan, allá ellos, no sé como llegué hasta acá, pero bueh, es mi opinión!

siempreprecario dijo...

jaja, gracias por la opinión electrochongo.

Anónimo dijo...

Tenés razón, es simplemente lógico que suceda eso, es culpa de ellos por haberte arrastrado a esa situación.