lunes, 25 de mayo de 2009

Perón, Perón, gran conductor.



Tuve un sueño un tanto extraño...
Mi relación con las fantasías oníricas se ha incrementado desde un tiempo a esta parte. Creo que no hay un motivo particular, pero lo cierto es que... o yo sueño más, o evidentemente eso de que uno siempre sueña y después cuando se levanta se olvida, era cierto.
La cuestión es que por estos días, ya hace bastantes en verdad, pero como decidí volver a escribir en este blog recién hoy, no puedo decir que fue ayer que soñé esto (porque ayer soñé que me iba a Bolivia y que comía en un Mc Donald's de Tacos, varios tacos que estaban muy ricos y les ponía abundante salsa picante)...
Cuestión, soñé que nos sentabamos a comer empanadas con el General Juan Domingo Perón.
Sí, Perón, el primer trabajador.
La situación transcurre más o menos así:
Estabamos en una mesa larga, de esas que uno se imagina encontrará en un palacio, o una cena de gente importante. Hasta ahí no había nada fuera de lugar, yo estaba sentado en la cabecera, a mi izquierda podía reconocer a uno de mis mejores amigos, Esteban y a mi derecha (y es aquí cuando me quedo perplejo, hasta en el sueño)... Perón.
No cualquier Perón, digo, no el Perón del '74, que comodamente cenaba en España con el Generalísimo y que ya a esa altura usaba traje. Perón del '45, con insignias y chaqueta verde. Estaba sonriente el General, parecía agradarle la idea de estar sentado en una mesa conmigo y mi mejor amigo Esteban.
Todo transcurría con la normalidad que puede transcurrir una cena con un estudiante de Marketing, un estudiante de Letras y un ex Presidente, que marcó a fuego la historia de un país, cuando en eso, llega una bandeja con empanadas. A simple vista, pude reconocer que eran las empanadas fritas que hace mi Mamá.
Debo dedicarles un párrafo a parte a las empanadas fritas de mi Mamá. Más allá de las cuestiones edípicas y de que todo hijo ama la comida de su madre, las empanadas de mi Mamá son realmente únicas. Puede hacerse un sondeo entre las personas que las han probado para que den cuenta de lo que estoy asegurando.
Como decía, llega una bandeja de empanadas fritas y yo me entusiasmo un poco, porque no todos los días como empanadas de mi madre y son mi comida favorita. Cualquier compañero Nac & Pop, podría decirnos que está muy bien que mi comida favorita sean las empanadas fritas, porque el pueblo come empanadas y es una comida tradicional y nacional. Pero... al General no le gustaban las empanadas, o por lo menos eso aseveró en mi sueño, mientras que el N/N que servía, le ofrecía y él muy correctamente denegaba la oferta.
Yo, sin titubear, decidí explicarle:
-General, cómase una empanadita.
-No, gracias m'hijo, no me gustan las empanadas.
-Pero, mire General, que son las empanadas fritas que cocina mi madre, son exquisitas.
-No, gracias gracias.
-Me extraña, General, que siendo tan popular, usted no quiera comerse una empanadita. -le dije en un acto de atrevimiento.
La cena siguió normalmente, o por lo menos no hay otro momento que recuerde tan vivamente, pero como todo en mi vida, tenía que rematar la cena con algún comentario, porque yo soy de los que siempre quieren quedarse con la última palabra. Y, esperando una reacción positiva del General, ya que no le habían gustado las empanadas, decidí comentarle (en tono de confesión)...
-General, yo, como buen egresado del Colegio Nacional La Plata, era marxista-leninista, pero cuando lo conocí a usted.... me hice PERONISTA!
Y en ese preciso instante me desperté, sudado y preguntándome cómo había llegado a semejante conclusión.

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