domingo, 2 de diciembre de 2007

Dirty dream number two.


Ayer fue una noche de lo más bizarra.
Pero bizarra en serio.
Con un "ex" pidiéndome volver de por medio; con la "bomba tucumana" dudando de su sexualidad en público; con todo tipo de gente, de esa que no querés volver a ver y que por vaya a saber qué motivo la ves hasta en la sopa; con pantalones ajustados y escazos movimientos, producto de que con chupines, no se puede bailar normalmente; y demás por menores.
Ayer la noche iba a ser un embole, los sábados a la noche siempre resultan de una incertidumbre total para mí, digamos, llegan y yo nunca sé qué es lo que voy a hacer. Y como todavía tengo el espiritu púber a flor de piel, no puedo pensar en quedarme durmiendo, viendo una película o apachachado con mi novio (que es un tema que desarrollaré más adelante, el del apapacho, no el de el novio), menos que menos estudiando (repito: estudio Letras, lo único que falta es que encima que sufro toda la semana, también tenga que auto-flagelarme el sábado).
Como decía, los sábados siempre me toman por sorpresa. Las opciones no suelen ser muchas, porque aunque yo más de una vez me sienta Roberto Carlos, (entre los de la facultad, los del colegio, los de la agrupación, los de toda la vida y los de ahora -que conocí frecuentando antros de dudosas características-), no tengo un millón de amigos. Y menos que menos para salir (de copas o a los antros-de-dudosas-características).
El viernes, después de asistir de rebote a una peña folklórica (preferiría no explayarme sobre eso) y de terminar bailando la chacarera con mi hermana (no que bailar con mi hermana me disguste, sino que era chacarera), llamé a mi mejor amigo Agustín, esperando una invitación a una cerveza o algo que se pareciera más a la normalidad. A continuación reproduzco conversación:
-"Gordo, ¿qué hacés?"
-"Camino por la calle."
-"Je (risa cómplice). ¿Y a dónde vas?
-"Estamos con los chicos en Buenos Aires". (¡Gracias chicos, una vez más, por sumarme a los programas!).
-"Ah! Bueno, llamame cuando llegues mañana."
Ahí se esfuman mis sueños de viernes a la noche, porque mis otros amigos estaban noviando, dibujando o también en Buenos Aires.
Después de un sábado de parcial domiciliario, tenía que salir. Pero mis amigos estaban noviando, dibujando o también en Buenos Aires. Aunque yo, claro, tenía un as bajo la manga... cantaba la "bomba tucumana" en el antro-de-dudosas-características más cercano a nuestros hogares y , que no se lo iban a querer perder por nada del mundo.
Cuestión que Agustín emprendió la vuelta, vino con otro de mis mejores amigos de toda la vida que vive en B.A y a la fiesta.
Gladys se porta, no saben lo bizarra que es. Toda ella es una exaltación de lo bizarro. Pelo largo, rubio (amarillo puta, diría un amigo), minifalda turqueza, botas caña alta blancas (bien de Ciudadela, bien de plástico).
De tan grasa, despierta ternura.
Cuestión que cantó un tema de Gilda, cantó temas suyos, la gloriosa "pollera amarilla" (que nosotros con Agustín elegimos para seguir con el hit de Nina Peloso: "(...) al kirner lo vuelvo loco, mamá, con mi chaqueta amarilla... piquete por aquí, piquete por alla (...)") y en un momento determinado, mientras todos vibraban al ritmo de "No me arrepiento de este amor"... BUM, se cortó la luz. Es un momento para destacar, porque la masa siguió cantando como si estuvieramos en el recital de Soda Stereo, increíble.
Yo hasta llegué a pensar lo bien que había hecho en cambiar a Beck y The Police, por Gladys, en serio.
Después vino todo el monólogo sobre su sexualidad, otro momento que creo interesante para destacar. Porque no cualquiera, con esa minifalda y ese aspecto de mujerzuela de dudosa reputación, tira en medio de un antro así "yo no sé, con los gays tengo algo... debe ser porque a veces me pregunto si yo no seré lesbiana... no sé, tengo la duda". SU-PE-RIOR.
Ahora que pienso, lo del "ex", lo voy a desarrollar más adelante. Lo mismo otros temas sobre los que tenía planificado hablar hoy.
Me voy a la pile de una amiga.

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